En este primer registro se pueden atisbar algunos detalles que luego serían muy característicos del sonido de los Who. Quizá el más notorio de ellos sea la batería implacable de Keith Moon, que se escucha furiosa a lo largo de todo el disco, y de manera destacada en el último corte, el magnífico tema instrumental The Ox, y que en directo se apreciaría todavía más, unida al atractivo molinillo de Pete Townshend a la guitarra, a los solos al bajo del maestro John Entwistle y al imponente vozarrón de Roger Daltrey. De ahí que muchas veces se considere a los Who como una banda de directo, obviamente sin olvidar obras maestras de estudio como The Who Sell Out, Tommy, Who's Next o Quadrophenia.
En su disco debut, los Who se preocupan por letras simplonas y estribillos pegadizos, como es el caso de The Kids Are Alright, una de las primeras joyas de Pete Townshend, o The Good's Gone, una de las canciones más completas del disco.
Pero su primer himno fue My Generation, toda una declaración de intenciones (espero morir antes de hacerme viejo, canta Daltrey), con la mejor parte instrumental del LP (atronadora batería de Keith Moon una vez más), que tan bien funcionaría en directos como Woodstock en el 69 o en Leeds para el enorme disco en directo, uno de los mejores de la historia.
Es cierto que en el disco se pueden escuchar en varios temas, a veces de fondo y otras veces no tan de fondo, voces a lo Beach Boys, aunque no tan descarado como en los californianos.
De las tres versiones, el I'm A Man de Bo Diddley es la que mejor funciona. Pero ninguna de las tres está entre lo más destacado del disco. Pete Townshend tomó nota, y las versiones se reducirían a anécdotas en el resto de la obra de la banda.
Es un disco que sería solo el comienzo de una trayectoria con momentos verdaderamente brillantes. No está entre los mejores debuts, pero es un disco fresco, entretenido y con varias joyas que hacen de él un trabajo divertido. Merece su reconocimiento, vaya.
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